martes, 8 de junio de 2010

Contaminacion







1) RESIDUOS SÓLIDOS URBANOS Campaña de Basura Cero y de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE)




Los problemas derivados de la disposición de los residuos sólidos urbanos en basurales, rellenos “sanitarios” o incineradores obligan a repensar el sistema actual de gestión de residuos. Según las reglas de juego vigentes, extraemos recursos naturales del planeta para fabricar bienes de consumo, en muchos casos de vida útil corta, que luego son dispuestos de un modo que no permite que sean aprovechados, y contaminando el ambiente. El desmesurado crecimiento de los residuos de la sociedad moderna está poniendo en peligro la capacidad de la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades y las de futuras generaciones.

Enterrar los residuos significa enterrar recursos. Por otro lado,
la industria de la incineración propone la quema de los residuos sólidos urbanos, los residuos hospitalarios y los residuos peligrosos industriales. Todas ellas, lejos de solucionar el problema de la basura, han generado nuevos problemas ambientales.
Los incineradores aportan gases de efecto invernadero a la atmósfera (responsables del calentamiento global) y son fuente inexorable de dioxinas y furanos, sustancias tóxicas con propiedades cancerígenas y teratogénicas que persisten en el medio ambiente y que se biomagnifican y bioacumulan en los tejidos grasos de los seres vivos.
Debe acabarse con el despilfarro de recursos que supone la fabricación de productos de usar y tirar y la disposición de los residuos en basurales o rellenos "sanitarios". La verdadera preocupación por el problema de la basura debe demostrarse estipulando: la reducción del consumo de recursos no renovables; la sustitución de materias primas tóxicas en los productos domésticos -pilas, electrodomésticos, pinturas, PVC-; la reutilización de productos -como envases-; el reciclaje de materiales -como el papel y el vidrio- y la extensión de la vida útil de los productos que consumimos.
Para eso, hace tiempo que en distintas regiones del mundo se viene trabajando en programas de
"Basura Cero". Este enfoque está siendo promovido por gobiernos, ciudadanos y empresas, e involucra una solución al problema de la basura desde su misma fuente. En lugar de focalizar los esfuerzos en desarrollar nuevas y costosas técnicas de ingeniería para intentar atenuar los problemas de contaminación generados por las prácticas de disposición final vigentes, los recursos deben conducirse más arriba en el proceso de producción y consumo.
Estos programas se orientan no solamente al tratamiento y el reciclaje sino también al diseño de los productos de modo que tengan una vida útil más larga y se produzcan con materiales no tóxicos y reciclables.
Hoy existe un nuevo flujo de residuos peligrosos qué está emergiendo. El “boom” del consumo mundial de aparatos eléctricos y electrónicos ha creado una explosión en la generación de basura electrónica, la que contiene sustancias químicas tóxicas persistentes en el ambiente y metales pesados. Dado que estos aparatos han sido diseñados utilizando tales sustancias, cuando son desechados al final de su vida útil, no pueden ser dispuestos o reciclados de un modo ambientalmente seguro.

Cada año, cientos de miles de viejas computadoras y teléfonos móviles son arrojados a basurales, rellenos sanitarios, o son incinerados. Miles de estos aparatos son exportados, muchas veces de manera ilegal, desde la Unión Europea, Estados Unidos, Japón y otros países industrializados, hacia países en desarrollo, especialmente Asia. En estos países, los trabajadores, muchas veces niños, en precarias condiciones realizan el desmantelamiento y fundido de partes de estos aparatos y quedan expuestos a un “cocktail” de venenos y químicos tóxicos.
Varios países tienen leyes y marcos regulatorios que adoptan el Principio de responsabilidad Extendida del Productor (REP) para los
Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE). Greenpeace sostiene que para hacer frente a la crítica situación de los RAEE a nivel global, se necesita urgentemente de leyes que hagan responsables a los fabricantes por los productos que colocan en el mercado, aún luego de que estos son descartados por los clientes.












El agua dulce es un recurso finito, vital para el ser humano y esencial para el desarrollo social y económico. Sin embargo, a pesar de su importancia evidente para la vida del hombre, recién en las últimas décadas se empezó a tomar conciencia pública de su escasez y el riesgo cierto de una disminución global de las fuentes de agua dulce.
La presión de las actividades humanas a escala global está deteriorando la capacidad de los ecosistemas acuáticos para cumplir con sus funciones esenciales, lo que perjudica la calidad de vida y el desarrollo social. Básicamente esas intervenciones humanas se dan a través del sobreuso del recurso, la contaminación, la sobrepesca y la modificación de los hábitat acuáticos. El cambio climático aparece como un quinto componente que exacerba a los otros cuatro.

En Argentina las fuentes más habituales de contaminación son: de origen humano, industrial, agrícola y minero. En el área metropolitana la situación ambiental de la Cuenca Matanza Riachuelo alcanza niveles críticos. Años de imprudencia, abandono y desidia han convertido al río y a su zona de influencia en un ícono nacional de la contaminación e injusticia ambiental. Como consecuencia de esto, la comunidad ribereña convive con niveles de contaminación y riesgos inadmisibles. Inundaciones periódicas, altos niveles de contaminación y un incontrolado desarrollo urbano e industrial.
De los 5 millones de habitantes de la cuenca el 35% no tiene acceso a agua potable en calidad aceptable y el 55% no posee servicios de cloacas.
En el año 2004
un grupo de vecinos interpusieron una demanda contra el Estado Nacional, la Provincia de Buenos Aires, el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 44 empresas por daños y perjuicios sufridos a raíz de la contaminación del río Matanza-Riachuelo.
El 20 de junio de 2006, la Corte Suprema de Justicia de la Nación se declara competente e intimó a los demandados a que presenten un plan de saneamiento de la cuenca, como así también a las empresas a que informen sobre los recaudos que toman para detener y revertir la contaminación de la zona.
Para que el plan de recomposición de la Cuenca Matanza-Riachuelo sea factible, deben existir objetivos a alcanzar y metas de corto y mediano plazo las que configurarán una política a seguir por las diferentes administraciones.
Por eso Greenpeace propone la adopción de un Plan cuyos ejes principales deben ser:
A)
Producción Limpia para la Cuenca Matanza Riachuelo.



B) Recuperación ambiental para toda la Cuenca.




3) PRODUCCIÓN LIMPIA:




Los sistemas de producción limpia:
1) son no-contaminantes a lo largo de todo el proceso,
2) preservan la diversidad natural y cultural y
3) no comprometen la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus necesidades.
Vertido Cero: Greenpeace reclama el establecimiento de un programa de eliminación total de los vertidos tóxicos al medio ambiente para alcanzar una situación de "vertido cero". Deberán priorizarse las sustancias más peligrosas, cuyos vertidos y emisiones deberán finalizar inmediatamente. El objetivo final de ese programa debe ser el de llevar a cero los niveles ambientales de compuestos tóxicos -en el caso de los contaminantes sintéticos-, y a las concentraciones naturales -en el caso de los contaminantes que existen en la naturaleza. Numerosos países europeos, por ejemplo, ya han tomado compromisos similares.
Greenpeace propone un mundo libre de contaminantes químicos peligrosos.
Apoyamos el desarrollo de la industria limpia para que las próximas generaciones no tengan que cargar con el peso de los químicos contaminantes con los que esta generación carga.
Apoyamos el simple principio de que los químicos que poseen propiedades peligrosas no deben ser producidos si existe una alternativa más segura.
Desafiamos a los gobiernos a reforzar este principio a través de la legislación, incluyendo la responsabilidad por parte de las empresas.
Confrontamos a las industrias que fabrican o utilizan químicos que no pueden ser degradados fácilmente por la naturaleza y que se acumulan los cuerpos de las personas.
Investigamos, denunciamos y confrontamos el vertido de materiales.

Greenpeace y las Ballenas




La actuación de Greenpeace ha sido fundamental para frenar la matanza de ballenas. En alta mar, hemos interpuesto nuestros cuerpos, gomones y barcos entre los arpones de los balleneros y las ballenas. También participamos de los debates en los organismos internacionales y protestamos pacíficamente ante las embajadas y los gobiernos de países balleneros para que suspendan la cacería.
En 1975 Greenpeace comenzó esta histórica campaña, debido a que las poblaciones de ballenas se encontraban en una situación tan crítica, después de casi tres siglos de cacería comercial, y más de medio siglo de caza industrial descontrolada.
A través de acciones directas en el mar, campañas públicas y trabajo político, Greenpeace ha sido un actor importante para promover que la Comisión Ballenera Internacional (CBI) decretara en 1982 una moratoria a la caza comercial de ballenas. En aquel entonces esperábamos que la industria ballenera desapareciera.
De todas las naciones que cazaban ballenas en 1986, cuando la moratoria entró en vigor, sólo Japón, Noruega e Islandia continúan con esta actividad, ya sea mediante la utilización de vacíos legales o abiertamente desafiando las resoluciones de la CBI. Actualmente, estos países promueven el fin de la moratoria lo cual tendría un impacto devastador sobre las poblaciones remanentes de esos cetáceos.
En Greenpeace trabajamos localmente en estos países, para que no solo la presión externa genere un cambio de conciencia, sino también para que la propia sociedad de estos países conozca la realidad que no es reflejada por sus gobiernos.
En Argentina y Latinoamérica trabajamos para que nuestros gobiernos tengan peso en las decisiones de la CBI, manteniendo una fuerte postura conservacionista.

Sus Objetivos




Es una organización ecologista internacional, económica y políticamente independiente, que no acepta donaciones ni presiones de gobiernos, partidos políticos o empresas.
Su objetivo es proteger y defender el medio ambiente, interviniendo en diferentes puntos del Planeta donde se cometen atentados contra la Naturaleza. Greenpeace lleva a cabo campañas para detener el cambio climático, proteger la biodiversidad, acabar con el uso de la energía nuclear y de las armas y fomentar la paz. En la actualidad Greenpeace cuenta con cerca de tres millones de socios en todo el mundo. Con ellos la organización intenta hacer frente a la creciente degradación medio ambiental del Planeta. Cuantos más seamos en Greenpeace, más podremos hacer en defensa del Medio Ambiente, ya que la financiación para llevar a cabo nuestras campañas depende exclusivamente de los aportes voluntaros de nuestros socios.

Greenpeace En Argentina


La primera oficina de Greenpeace abierta en un país en vías de desarrollo, Greenpeace Argentina, tuvo que afrontar nuevos retos.La oficina central de Buenos Aires se inauguró oficialmente el 1 de abril de 1987 (aunque había empezado a trabajar en febrero de 1986), cuando un grupo de voluntarios iniciaron los tramites burocráticos para registrar Greenpeace como Fundación sin fines de lucro.En un país en el que gran parte de la población tenía y aún tiene que esforzarse por llegar a fin de mes, era importante definir las prioridades y las campañas para que no fuese tildada de demasiado idealista. En consecuencia, se eligió el problema de los residuos tóxicos como motivo central, porque afectaba directamente a la calidad de vida de casi todos los argentinos.El primer paso fue iniciar un amplio programa de investigación. La información recogida permitió establecer los objetivos principales: lograr que se prohíba la producción, importación, venta y uso de los “doce sucios” (12 compuestos químicos usados en plaguicidas y nocivos para la salud) y presionar a favor de una legislación que ponga coto a los vertidos peligrosos.En otro frente, el Director de la campaña antinuclear estableció como objetivo bloquear la construcción del depósito nuclear de Gastre, ubicado en la Provincia de Chubut, Patagonia Argentina.Greenpeace Argentina espera lograr sus fines mediante la presión política, para que se prohíba la importación de residuos nucleares (en Gastre no se almacenarían solo residuos argentinos sino también de otros países), y trabaja asimismo para alertar a la opinión publica sobre los riesgos del basurero nuclear.Hoy Greenpeace Argentina ha logrado no sólo estos objetivos sino también una larga trayectoria en el marco de la defensa del medio ambiente.

¿Què es Greenpeace?


Greenpeace nació en 1971 de una forma casi espontánea. Un grupo de activistas antinucleares canadienses que se habían refugiado en Canadá para no participar en la guerra de Vietnam, formaron una pequeña organización llamada "Don't make a wave" ("No hagas una ola").
Este grupo protestaba contra las pruebas nucleares que los Estados Unidos llevaban a cabo en el archipiélago de Amchitka (Alaska), al norte de Canadá. El nombre del grupo hacía referencia a la posibilidad de que, al ser una zona sísmicamente inestable, las pruebas atómicas que allí se realizaban pudiesen provocar un maremoto. Después de llevar a cabo otro tipo de iniciativas, decidieron alquilar un viejo pesquero, el "Phillys Cormack", y viajar con él a la zona donde debía tener lugar la prueba nuclear, para impedir con su presencia física que la bomba fuese detonada. Para este viaje, rebautizaron al barco con un nuevo nombre que resumía la filosofía del grupo: Greenpeace. "Queremos paz, y queremos que sea verde", manifestaba uno de los tripulantes a la prensa antes de zarpar de Vancouver (Canadá) para dirigirse a Amchitka, un lugar de gran valor ecológico por las importantes colonias de aves marinas que alberga.El viaje fue un desastre: los improvisados marineros pasaron la mayor parte del tiempo mareados y las disputas internas por asuntos domésticos fueron frecuentes. Finalmente, el error de no prestar suficiente atención a los trámites burocráticos legales dio la oportunidad a los guardacostas estadounidenses de detener al barco cuando estaba a punto de alcanzar su destino, basándose en el incumplimiento de algunas formalidades menores que la tripulación había pasado por alto. La prueba nuclear no se pudo impedir pero, afortunadamente, no se produjo ningún maremoto.Como acción directa, la expedición a Amchitka fue un fracaso. Sin embargo, como estrategia de campaña, resultó un éxito extraordinario. Dos periodistas que viajaban a bordo del "Phillys Cormack" transmitían por radio a sus redacciones todos los pormenores del viaje, y el público canadiense, ya de por sí motivado en contra de los ensayos nucleares americanos realizados junto a su país, encontró en el viaje de Greenpeace un catalizador para su protesta.Alguien estaba haciendo algo para parar las pruebas atómicas. Decenas de miles de manifestantes bloquearon durante días las fronteras entre Canadá y los Estados Unidos, y este último país se vio forzado a anunciar que ésta era la última explosión nuclear que se llevaría a cabo en la zona. Amchitka es desde entonces una reserva ornitológica. Con este viaje Greenpeace aprendió muchas lecciones que ha venido aplicando y desarrollando desde entonces. En los años que siguieron, distintos grupos independientes, sin ninguna conexión entre sí, tomaron el nombre de Greenpeace en Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia. Por aquel entonces, David McTaggart, un antiguo hombre de negocios canadiense, se había convertido en un navegante inconformista que se rebelaba contra la decisión del gobierno francés de acotar 400 millas de aguas internacionales alrededor del atolón de Moruroa (en el Pacífico) para llevar a cabo sus pruebas nucleares. McTaggart se puso en contacto con el pequeño núcleo de activistas de Greenpeace en Nueva Zelanda y ofreció su velero, el Vega, para viajar a la zona prohibida e intentar impedir las pruebas nucleares previstas para 1972 y 1973. Éste fue el inicio de la campaña de Greenpeace contra las actividades nucleares francesas en el Pacífico. David McTaggart se convirtió en una pieza clave de la organización, y fue el presidente de Greenpeace Internacional desde comienzos de la década de los 80 hasta 1991.No se puede decir que en los primeros años la colaboración entre los distintos grupos de Greenpeace fuese excelente. La relación entre ellos era más bien conflictiva, centrada en la discusión de cuál era el legítimo propietario del nombre del grupo. Las cosas empeoraron cuando, a partir de 1974, un sector de Greenpeace en EE.UU. y Canadá decidió iniciar la campaña contra la caza comercial de ballenas y, posteriormente, en 1976 contra la matanza de crías de focas en Newfoundland (Terranova, Canadá). La fracción antinuclear consideraba la defensa de los mamíferos marinos como un tema "suave" que debía dejarse para otro tipo de grupos. Estuvo a punto de producirse una escisión.Mientras en América los conflictos internos debilitaban a Greenpeace, McTaggart, concentrado todavía en su lucha contra las pruebas nucleares francesas en el Pacífico, fundaba Greenpeace en Europa. Las primeras secciones se abrieron en el Reino Unido y en Francia. Pronto se sumó Holanda. La formación de Greenpeace en el viejo continente fue una fuerza determinante que permitió unir a todos los grupos existentes en el mundo bajo ese nombre y crear, en 1978, Greenpeace Internacional, unificando las áreas de campaña y la forma de actuación. Desde entonces, la organización ha evolucionado sin demasiados sobresaltos. Han sido años de experiencias, de aciertos y de errores, en los que la estructura interna y funcionamiento se han ido adaptando al ritmo de crecimiento de la organización, a la expansión geográfica y a la ampliación de los temas de campaña abordados.Greenpeace es ahora la organización más grande del mundo, con logros muy importantes en su haber y una flota de barcos y activistas que están dispuestos a dar su vida en favor del planeta.